Temores
P. Bueno Lara 1924-1998
Ya siento el fiero invierno de venir;
cobrándole el tributo a la pobreza,
en la forma que de hambre viva presa
como único derecho de vivir.
Solo queda en el campo algún hinojo;
y troncos en los brazos al desnudo;
y el silbido feroz del cierzo crudo
aventando las hojas y el rastrojo.
Las penas y el hambre se despliegan
por el humilde hogar del campesino;
cuando aún están impresas en el camino
las huellas que dejara tras la siega.
Ya nieva en el campo y las montañas.
Ya se queda sin tajo el jornalero.
Solo, acaso, un pastor con los corderos
ha dejado el patrón en las cabañas.
Ya cuentan las ganancias usureros;
y ricos ya se van a la ciudad;
dejando, por afán de vanidad,
en la iglesia del pueblo algún dinero.
Nefasta es la razón de hacer sufrir
lo que hacen los ricos a los pobres;
si por mucho dinero no hay quien logre
sobornar a la muerte y no morir.
P. Bueno Lara 1924-1998
Ya siento el fiero invierno de venir;
cobrándole el tributo a la pobreza,
en la forma que de hambre viva presa
como único derecho de vivir.
Solo queda en el campo algún hinojo;
y troncos en los brazos al desnudo;
y el silbido feroz del cierzo crudo
aventando las hojas y el rastrojo.
Las penas y el hambre se despliegan
por el humilde hogar del campesino;
cuando aún están impresas en el camino
las huellas que dejara tras la siega.
Ya nieva en el campo y las montañas.
Ya se queda sin tajo el jornalero.
Solo, acaso, un pastor con los corderos
ha dejado el patrón en las cabañas.
Ya cuentan las ganancias usureros;
y ricos ya se van a la ciudad;
dejando, por afán de vanidad,
en la iglesia del pueblo algún dinero.
Nefasta es la razón de hacer sufrir
lo que hacen los ricos a los pobres;
si por mucho dinero no hay quien logre
sobornar a la muerte y no morir.
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